Se trata de un abanico de síntomas físicos y psicológicos dolorosos que,
si no se diagnostican, gestionan y tratan adecuadamente, pueden causar
incapacidad.
Qué es sindrome premenstrual
En algunas mujeres los síntomas son lo suficientemente graves para
interferir con sus vidas.
Aproximadamente una de cada veinte mujeres tiene que interrumpir sus
labores cotidianas para lidiar con los molestos efectos del síndrome
premenstrual (SPM). Se calcula que la mitad de las mujeres lo sufrirá en algún
momento y se sabe que se acentúa después de los 30 años.
La primera definición del SPM como síndrome médico la planteó el
neurólogo Robert Frank en 1931 y después de 85 años es poco lo que se sabe sobre
lo que pasa con ellas durante esta etapa del ciclo menstrual, ni las causas
exactas del síndrome. “Se
supone que el SPM se presenta por los cambios hormonales, cuando los niveles de
estrógenos y progesterona en la sangre empiezan a disminuir”, explica el
ginecólogo Jorge García. La alteración en la producción de estas hormonas
provocaría una deficiencia de serotonina, que tiene efectos sobre el humor de
las personas.
El SPM se presenta de una o dos semanas antes de que llegue el periodo y
termina. Entre los
síntomas psicológicos que ellas pueden experimentar están los cambios de humor,
depresión, irritabilidad, ansiedad, pérdida del control, enfado, fatiga,
alteración del sueño, antojos de alimentos casi siempre dulces y mayor
tendencia a llorar. Entre las manifestaciones físicas que más se
presentan están la sensibilidad en los senos, hinchazón del vientre, aparición
de manchas en la piel y acné, aumento de peso, dolor de cabeza, espalda y
fuertes cólicos.
La mayoría de las mujeres puede
experimentar alguno de estos síntomas en los días previos a la llegada del
periodo, pero se calcula que solo el 5 % lo sufre en forma constante. Por esta razón,
para diagnosticar el SPM, los síntomas deben presentarse por lo menos durante
tres ciclos consecutivos, o, como explica García, cuando hay un indicio “que no
tiene una justificación diferente y que se reconoce porque da la mayoría de los
meses”.
Para tener certeza de que se trata de un síntoma del SPM y no una manifestación causada
por otra razón, lo que se recomienda es que las mujeres lleven un diario en el
que se deje constancia de cuándo empiezan los síntomas y cuáles se están
presentando. Esto, acompañado con un examen físico y la evaluación de la
historia clínica pueden ayudar a confirmar el diagnóstico de síndrome
premenstrual.
No hay algo que pueda curar el síndrome premenstrual porque varía de una mujer a
otra, pero dependiendo de la severidad de los síntomas existen tratamientos que
pueden ayudar a controlarlos. De esa manera, si son leves y ocasionales
no es necesario seguir un tratamiento, pues el síndrome puede aliviarse
principalmente con el autocuidado.
El doctor Mark Porter en su columna del diario inglés The Times, asegura que el cambio de la
dieta por una baja en sal y carbohidratos puede ayudar mucho. También se
puede acudir “a los suplementos sin receta como la vitamina B6 (la evidencia es
conflictiva, pero vale la pena intentarlo)”, asegura. Igualmente, se ha
demostrado que la actividad física también es un aliada pues contribuye a
disminuir el dolor de los cólicos y mejora el ánimo.
Si el SPM se manifiesta con
dolores moderados, pero tan molestos que impide realizar algunas actividades se
recomienda acudir a un especialista. Lo importante es “ir al ginecólogo y hacer
chequeos para asegurarse de que no haya algo adicional que esté ocasionando los
síntomas”, explica García. En estos casos, con frecuencia se usan las pastillas
anticonceptivas, que contienen hormonas y pueden tener un efecto regulador para
aliviar los dolores.
Otras estrategias también pueden
apoyar para aliviar los SPM moderado. Por ejemplo, cuando se presenta
hinchazón, que generalmente es causada por la retención de líquidos, se puede
aliviar con un diurético en la última semana del ciclo. Para los
síntomas psicológicos, recomienda Porter, “Pueden ayudar los antidepresivos de dosis bajas, útiles
si se toman en la segunda mitad del ciclo”.
Si nada de esto funciona porque
los síntomas son intolerables, están interfiriendo en el ámbito laboral,
familiar, social y los pensamientos de tristeza se salieron de control, se
debería consultar con el ginecólogo porque puede estar sucediendo una
alteración conocida como trastorno
disfórico premenstrual. En esos casos, se debe empezar un tratamiento más agresivo, que podría
ir desde terapia psicológica, insertar implantes para disminuir la actividad
ovárica, hasta cirugía para extirpar los ovarios en los casos más extremos.
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