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COMO MANTENER EL LIDERAZGO Y EL OPTIMISMO


Una de las funciones del líder es enfrentarnos con las contradicciones de nuestro comportamiento.

No es suficiente con hacernos caer en cuenta de nuestros pies de barro, del desastre que se avecina. Se requiere, mostrar una salida, confiar en que es practicable y lanzarse a ella con pasión.

El concepto de ‘optimismo’ aparece en muchos textos sobre liderazgo. Es sorprendente porque aunque diversos autores ven el liderazgo de distintas formas, parece que un elemento común es el necesario optimismo del líder. ¿Qué tiene que ver el liderazgo con el optimismo?

Para el imaginario general, las personas inteligentes y cultas son más bien ‘escépticas’. No hay nada que dé más prestigio que una crítica mordaz, despiadada y, sí, pesimista de la realidad; los profetas del desastre son aclamados y tenidos por profundos. Por el contrario, los ‘optimistas’ son tomados por ilusos, sentimentales, ignorantes o sencillamente vendedores descarados en busca de incautos.

ENTONCES, ¿POR QUÉ SE ASOCIA EL LIDERAZGO AL OPTIMISMO?
El optimismo, según el diccionario, es la ‘propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable’. Entendido así, quizá un optimista sí se estaría perdiendo de la mayor parte de la realidad y sus juicios serían sesgados. Por ejemplo, al evaluar un proyecto hablamos de un escenario optimista y otro pesimista, que no son reales ni posibles; pero si hubiera que apostar por uno, nos inclinaríamos, con razón, por el pesimista.

Sin embargo, la posible ‘paradoja’ de un liderazgo optimista se desvanece al definir el optimismo de una mejor manera.

Optimismo no quiere decir que aquí no pase nada, porque lo que pasa aquí es muy grave; el optimismo consiste en luchar con uñas y dientes para salir adelante en una situación concreta.

No se trata tanto de ver “en cada problema una oportunidad”, como de buscarle a cada problema una solución. Optimismo no es negarse a ver la realidad, la problemática y verdadera realidad, sino verla en todo su esplendor, y aun así luchar por encontrarle una salida.

Entendido de esta forma, el optimismo es la fuerza interior que nos permite mantenernos en la lucha, aunque la realidad parezca invencible. De esta manera, se vuelve el buen hábito de no dejarse vencer por las dificultades y afrontarlas con espíritu emprendedor. Y como hábito que es, puede ser conscientemente desarrollado: no se ‘nace’, sino que se hace uno optimista, con esfuerzo, a propósito, porque se ve que conviene, aunque sea más fácil ser pesimista, derrotista u ‘objetivo’.

No es extraño, pues, que estos optimistas, quienes no se vencen y luchan, (y no los otros ‘optimistas’ que se engañan y solo ven el aspecto favorable), estén rodeados de seguidores.

¿Quién va a querer la compañía de un pesimista? ¿Quién va a querer ser dirigido por alguien que predice y hasta parece buscar el desastre, o por un temeroso que se da por vencido sin haber comenzado la batalla? Naturalmente, nadie, tampoco, quiere ser dirigido por un iluso, por un ‘optimista’ que no ve la realidad, o un ingenuo que se lanza a una batalla perdida. Lo que queremos es alguien que entienda la dura realidad y aun así no se desplome ni se desanime.

Una de las funciones del líder es enfrentarnos con las contradicciones de nuestro comportamiento. Es por ello que, siguiendo a Heifetz, los líderes muchas veces son perseguidos, atacados y hasta asesinados. Se vuelven personas incómodas, exigentes, que nos obligan a afrontar nuestras inconsistencias y que, lo peor, nos demandan cambiar. A veces pensamos que sería mejor que no existieran.

Pero no es suficiente con este tipo de liderazgo. No es suficiente con hacernos caer en cuenta de nuestros pies de barro, del desastre que se avecina. Para ser líder se requiere, además, mostrar una salida, confiar en que es practicable y lanzarse a ella con pasión, casi que con locura.

Las obras cumbre de la humanidad, los descubrimientos asombrosos, las invenciones geniales, las grandes empresas, han sido hechas por estos optimistas.


Necesitamos líderes optimistas y todos podemos serlo si nos esforzamos en ello.

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