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CÓMO ARBITRAR LAS PELEAS ENTRE HERMANOS


Los conflictos entre hermanos son inevitables y frecuentes. Sin embargo, es adecuado saber cómo actuar cuando se presentan.
Un hermano es un amigo, una guía para el estudio, una compañía y hasta un compañero de juego. Pero, en ocasiones, también es un rival y un adversario de pelea. Los conflictos entre hermanos ocurren frecuentemente y se presentan desde los primeros años de edad.
Por lo general, las peleas están motivadas por una rivalidad innata al querer establecer un dominio sobre el otro. Además, se presenta un afán por llamar la atención.
Así mismo, quieren ser el centro de interés de las personas y tener posesión de todo. Por eso, cuando tienen un hermano disputan mucho los espacios y los objetos personales.
Las razones de las ‘batallas’ son múltiples. Esto significa que en cualquier momento se puede desencadenar una nueva pelea.
Buscan establecer una identidad y eso provoca riñas. De este modo, empiezan a defender sus espacios y de alguna forma, también aprenden a ceder”.
Sin embargo, las peleas no son del todo malas. La rivalidad entre hermanos es necesaria para estructurar la personalidad y sirve como agente socializador.
La clave es no tomar partido, sino darles la posibilidad de que aprendan a resolver el conflicto solos. Tampoco es adecuado defender a alguno, ni castigarlos. Si hay una amonestación, debe ser la misma para los dos.También los padres deben servir como mediadores y explicar las consecuencias de las peleas y las agresiones. Así mismo, es conveniente enseñarles la importancia de la hermandad y que esta relación no se basa en los golpes, sino en el cariño.
No es conveniente que los padres traten de saber quién es culpable, porque puede generar resentimientos en los niños. Tampoco es adecuado recurrir al castigo físico, porque eso reforzaría la idea de que la violencia es la solución de los problemas. La meta es dialogar para mostrar la importancia de la comunicación y reflexionar sobre lo ocurrido.
Por ningún motivo deben proteger siempre al más ‘débil’, pues eso puede provocar que no aprenda a defenderse por sí mismo y recurra, en estos casos, a sus padres.
La idea es siempre darles atención a los dos y tener tiempo exclusivo con cada uno. De lo contrario, se puede crear una relación negativa.
Las reglas de disciplina deben ser para ambos hermanos y equitativas para todos los miembros de la familia.
Es necesario dedicar tiempo exclusivo por separado a cada uno de los hijos, con el fin de que cada padre comparta actividades diferentes con los niños.
Estimular la interacción positiva, enseñando sentimientos de afecto y cariño, permite que los niños aprendan a quererse.
Elogie los comportamientos adecuados cuando los niños pueden compartir sin pelear.
No echarle siempre la culpa de los enfrentamientos al más grande o al más fuerte. Ambos deben ser tratados equitativamente.
Si las peleas se vuelven recurrentes e intensas y la situación se sale de control, es aconsejable buscar ayuda profesional.

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